Entre la vida y la muerte
creamos un gran abismo,
sin querer darnos cuenta
que son amigas del destino.
Una vive cerquita de la otra
esperando el momento preciso
donde se encuentran en el camino
para acariciarse en un suspiro.
Son vecinitas del tiempo
silenciosas testigos del viento
impetuosas y en un momento
tocándose sin ningún lamento.
Siempre divididas por un hilo
que no impide el romance
que la vida y la muerte
por los siglos se han prometido.
No pueden estar juntas
y ese es el castigo
que les impide unirse
en un amor sin testigos.
Se aman en el silencio
y se tocan por un momento
en un adios cauteloso
que les permite un encuentro.
Encuentro esporádico
que les indica esperanza
donde el siempre sea mágico
y Dios las reúna en una danza.
Vida eterna, muerte transitoria
encuentro entre ambas
donde no exista la distancia
de ese hilo que las agobia.
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